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Publicado: Domingo, 12 de abril de 2009Poemas selectos de Claudio DuránPor Alfredo LavergnePanoramacultural.net colabora con el quehacer cultural contemporáneo, con los escritores de la XIV Región de nuestro Chile, publica escritores inéditos y publicados. En este contexto una vez más nos permite abrir y recrear una voz poética... hoy nos canta un poeta chileno-canadiense de las Américas: ![]() El profesor y crítico de literatura Fernando Veas Mercado escribe a manera de prólogo acerca de la poesía de Claudio Durán; "Su poesía es íntima, tamizada, en la que se vierten impresiones en un lenguaje justo, mesurado pero que encierra un gran fuego por lo evocado en cadencias de ritmo sereno, casi amortiguado, de la que emerge la paz, un estado de plenitud". Y Jorge Etcheverry nos afirma; Esta obra es de alguna manera un diario privado, una crónica y un viaje, una recuperación de la vida y la poesía, cuyo sentimiento predominante es la nostalgia-característica distintiva de toda literatura transplantada-quizás más pronunciada en el caso de la poesía de Claudio Durán que en el de todos los otros escritores chileno-canadienses. La escritora Gabriela Etcheverry nos comenta del poeta: etcheverry.info/hoja/actas/notas/article_1009.shtml Selectos de Claudio DuránDe "Poemas de La infancia y los exilios". Tercera parte: Post-exilio. Antofagasta. Introducción Cuando recorro los caminos del exilio imagino ir navegando entre los cerros del desierto cerca de la azul Antofagasta con sus cielos rojos como un llanto, y cuando miro el lago entonces recuerdo la herradura de Mejillones con sus aguas transparentes. Los verdes tan intensos que merodean aquí todo el verano y el otoño me hablan de los oasis y de los ríos que atraviesan el desierto como una bufanda, el Loa, el Vilama, el San Pedro. Las carreteras supersónicas cruzadas por múltiples sistemas de puentes y desvíos se me ocurren los caminos que aprendí a conocer con mi padre. Todo lo que veo, incluso los parques y quebradas, me dice lo que fue mi infancia. Poema 2 Las aves volaban siempre avanzando en el aire sin restricciones, el mar era su camino, las alas, la cadencia. Poema 4 Todo sucedía contigo: la casa el jardín de mi madre el pelo ondulante de mi padre la bondad ilimitada de mi abuela los desordenes de mis hermanos mi propia indulgencia e inquietudes. Salía a caminar por los rieles a esconder tizas en los valles a arrancar de los pordioseros alcohólicos a llenar de nostalgia las playas. En el colegio sólo me importaban los recreos y las compañeras que jugaban al pillarse o a la niña María que bailaba sin parar. Mi vida era tranquila por fuera y llena de espantos en el interior, dulce y agria nostálgica y apenada solitaria y protegida. Por eso, tú me obligabas a devenir, y rezar si fuera necesario, mis rezos eran de tierra y fervor, usaba un uniforme azul marino con insignias y guardas amarillas. Poema 12 En La Portada, corríamos con mis hermanos esquivando las olas nos escondíamos en las cuevas calcáreas y bajábamos inquietos por la encumbrada escalera que seguía el ritmo azaroso de los acantilados. Poema 15 El agua de las fuentes se acabó por un tiempo. Las olas reventaron, crujieron, se encogieron. Miguel Arteche, Antonio Massone y Roque Esteban Scarpa seleccionan dos poemas de Claudio Durán en su Poesía Chilena Contemporánea, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1984. Esta antología grabó nombres en exilio; Roberto Bolaño, Javier Campos, Juan Cameron, Jorge Etcheverry, Eric Martínez, Oscar Hahn, etc. A la vida Quisiera creer en la muerte como si estuviera señalada en mis palmas y seguir eternamente el alma en un desván de sillones usados y viejas rendijas. Las casas que disfruté, como un buen desayuno, ya no existen casi. Una se quedó mirando el mar desde por las ventanas. Allí moraba mi abuela. La dejamos entre flores como si ella fuera un gran rosal para siempre. Luego, una casa de cenizas y enredaderas se llevó, entre los árboles, a mi abuelo. Le tomamos una fotografía. Sus ojos grises. Hubo discursos. Se quedó entre ellos. Luego mi otra abuela se llevó su piano al desván. Entre sillones usados y viejas rendijas. Tríptico He escuchado el ritmo de los pájaros vuelan ellos envueltos en metáforas de colores grises y negros se detienen en los pinos, sobre la nieve, lanzan sonidos de estar-al-aire, fríos, blandas capas en la superficie escucho el canto, universal, sin latitudes, de los pájaros que vuelven del ártico. Me preguntaba hoy día, en un restaurante italiano por la cualidad de la lengua bajo retratos simples de florencia, el David desnudo, una fotografía de roma, mapas de la bota, recordé el canto andino de mi hermano pensé en mi lengua mordida, en los acentos inútiles, en las claves de gramática y dictado salí a la nieve, los árboles inclinados en la penumbra, el automóvil blanco, hice los cambios, el motor despegó entre el aire. El exilio y la gramática tienen reglas que cumplir, inexorables: como el vuelo polar de las aves migratorias que caen en el lago ontario a descansar interminablemente. |
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